blog de Jorge Díaz Martínez

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lunes, 20 de abril de 2015

Hacia un lado u otro de la felicidad


Resurrection Tree. 19 abril 2015


Cuando tuve
no busqué.
Cuando lo reclamaba
no había.
Y si no lo quería
llamaban a mi puerta.
Cuando necesitaba
no encontré.
Cuando hube
no lo quise.
Si lo quise
lo perdí.
Si lo busqué
no lo hallé.
Si lo hallé
no me importaba.
Aunque esto es exacto
todo esto que acabo de decir
no es exactamente así.
Si miramos los hechos concretos de mi vida
nada responde a una regla invariable.
Cuando busqué encontré
aunque tal vez no encontré lo que buscaba
sino algo parecido.
Cuando tuve no tenía
lo que creía.
Y cuando tuve algo verdadero
lo supe valorar hasta perderlo.
Y siempre algo depende
por encima de todos nuestros planes
y nuestra voluntad
del embriagante az(ah)ar que inclina la balanza
hacia un lado u otro de la felicidad.





sábado, 14 de septiembre de 2013

Fernando Merlo, Eduardo Chivite y la amistad.























Hoy me han regalado un tesoro de los que hasta da vergüenza aceptar. Venía con la dedicatoria por delante. Un ejemplar de la primerísima edición del Escatófago de Fernando Merlo -en la actualidad, prácticamente inencontrable-. Muchas gracias, de verdad.



un cigarro de kifi se te fragua en el dedo
para despues despertarse alegre

despertar para ver que la tristeza
poco ha cambiado por el sueño hondo
que disipa el alcohol porque en el fondo
del vaso de tu vaso el vino empieza
fermentando de nuevo ah la cabeza
herida

no es el hambre (hocico que has de usar) de vida
devoras los vientres mientras abre la mañana

despertar para ver que la tristeza
poco ha cambiado por el sueño hondo
que disipa el alcohol porque en el fondo
del vaso de tu vaso el vino empieza
fermentando de nuevo ah la cabeza
herida

despliega las alas convulsas
al ala fria enmudece
habla luego
ala franca para ese amor
ala bella tu cuello
venas procurando venas
avanzando radiante
oyelo

despertar para ver que la tristeza
poco ha cambiado por el sueño hondo
que disipa el alcohol porque en el fondo
del vaso de tu vaso el vino empieza
fermentando de nuevo ah la cabeza
herida ah la cabeza herida ah la cabeza


Fernando Merlo
Escatófago
Amigos de Fernando Merlo, 1983




domingo, 16 de junio de 2013

Ut pictura poesis


Me han hecho mucha ilusión los preciosos dibujos que los alumnos del IES "La Sagra", de Huéscar, realizaron sobre algunos de mis poemas. He encontrado en cada una de las ilustraciones una verdadera obra de arte diferente y personal. Os dejo solo una pequeña muestra de este ejercicio de creatividad e imaginación tan encantadora. ¡Muchas gracias!















miércoles, 5 de junio de 2013

Felicidades, Federico




 Felicidades, Federico.
Tú no pasas de moda.
Tus libros con nosotros.
Y tu corazón, tranquilo.
 

 

miércoles, 17 de abril de 2013

Luz etérea de abril




En las madrigueras de la locura
duerme plácidamente la poesía.

Raíces acurrucadas, telarañas de imágenes 
que tejer
o en las que confundirnos.

Salir de aquí
hacia lo transparente: espacio.

Vibración de la luz, distancia clara.



jueves, 11 de abril de 2013

Climas de interior

Sierra Nevada desde mi ventanilla

Salir de un país donde mirar a los transeúntes se considera cívicamente incorrecto
para entrar en otro donde los taxistas te narran sus experiencias de juventud en el extinto servicio militar obligatorio.

Salir de un abril en torno a los cero grados centígrados
para llegar a otro en torno a los veinticinco.

Salir de una nevada
para pisar el sol.

Y, no obstante,
está más fría Córdoba que Trondheim.

Ya se sabe.




martes, 12 de marzo de 2013

Un poema de "Rasguños", de Nieves Chillón


He empezado a leer Rasguños, el último poeario de Nieves Chillón, a quien tendré el placer de presentar en la próxima Feria del Libro de Córdoba, y me está gustando mucho. No siempre los premios literarios decepcionan, o avergüenzan. En este caso, creo que Rasguños se lo llevó por derecho. Os copio uno de los primeros poemas.


Comentario de texto

Con la pluma del cuco has escrito este verso que dice parasiempre
que subrayo y resumo y del cual
extraigo conclusiones como alumna aplicada
analizo su anclaje en el contexto, su intención y su estilo
lo fragmentario y complejo de un discurso tan breve
y propongo lecturas que desaten
definitivamente el lazo
entre ese tú poético que nombras y yo
pues no tengo muy claro que sea yo.


Nieves Chillón, Rasguños, Vitruvio, 2013

sábado, 2 de marzo de 2013

Escribir es distinto


 
No es frecuente recuperar un libro cinco años después de haberlo prestado, pero a éste pude seguirle la pista. Recuerdo los meses en que lo leí por primera vez, me influyó en cierta medida a la hora de escribir algunos poemas, creo que es el libro que estaba leyendo en la cama la noche que aparece en un poema inédito y también hablo de él en una entrevista. Cuando lo recuperé, pensé en si su lectura me retrotraería a aquel tiempo. Solo tenerlo en la mano me hace respirar mejor. No he tenido tiempo de volver a leerlo, hasta hace un rato, y he recordado este poema al reencontrarme con él. No es el único del libro, desde luego, que recuerdo, que me encanta o que os copiaría. Es solo un buen poema de un gran poeta. La edición no es bilingue, una pena.


200 AÑOS

encorvado sobre esta hoja de papel en blanco
a las 4 de la tarde, he
recibido una carta de un joven poeta esta mañana
informándome de que yo era uno de los autores
más importantes de los últimos 
200 años.
bueno, uno no puede creerse cosas así
sobre todo si se ha pasado como yo
este último mes,
paseando de aquí para allá,
pensando,
me estoy volviendo loco, sin duda,
y luego pensando,
ya no puedo 
escribir.

y entonces recuerdo las fábricas,
las cadenas de producción,
los almacenes,
los relojes para fichar,
las horas extras y los despidos
y los flirteos con las chicas mexicanas
en la cadena de montaje;
cada día todo estaba minuciosamente planificado,
siempre había algo que hacer,
había cosas más que suficientes que hacer,
y si no aguantabas el ritmo,
y si no eras listo y rápido y
obediente,
te veías en la calle con los gorriones y los
vagabundos.

escribir es distinto, está flotando ahí fuera como el
aire blanco, estás colgado de la cuerda floja,
estás sentado en un árbol y ellos venga darle 
al tronco con una
motosierra.

uno no lleva un fular de seda al cuello,
ni tiene acento inglés,
ni le llegan giros de damas aristocráticas de Europa
con maridos
ciegos e impotentes.

se parece más a un vertiginoso partido de hockey
o a cruzar los guantes con un hombre
25 kilos más pesado y diez años 
más joven, o
es como gobernar un barco entre la niebla
con una damisela loca aferrada a tu
cuello

y en todo momento sabes que has colado
algunos escritos bastante obvios, que
te han otorgado un reconocimiento inmerecido, por cosas que escribiste por casualidad o
que en realidad no decías de corazón o te traían
sin cuidado.

bueno, ayuda
tener suerte.

aun así, por otro lado, a veces lo 
has hecho tal como siempre supiste que debía
hacerse, y en ese momento sabías que era
tan bueno como cabía hacerse,
y que quizá tú lo habías hecho mejor,
en cierta manera,
que cualquier otro en mucho tiempo
y
te permitías sentirte 
satisfecho por ello
un par de 
segundos.

te apretaron los tornillos
con declaraciones acerca de 200 años,
y cuando solo lo dice un individuo, no pasa
nada
pero cuando lo dicen 2 o 3 o 4,
es entonces cuando tienden a abrir la puerta a 
un manicomio.
te dicen que dejes el tabaco y
la bebida, y luego te dicen que
tienes 25 años buenos por delante y
luego
tal vez diez más para disfrutar de la
vejez
mientras chupas de la teta
de las recompensas y
los recuerdos,

Patchen ha desaparecido, te necesitamos, tío
todos te necesitamos por esa
agradable sensación justo encima del 
ombligo:
saber que estás ahí en algún cuartito en
el norte de California escribiendo poemas y
matando moscas con un matamoscas
roto.

te pueden matar,
los elogiadores te pueden matar,
los jóvenes te pueden matar,
igual que los chicos de ojos azules en depts. de literatura que envían efusivas cartas
escritas a mano
en papel pautado
pueden matarte,
y todos están en lo cierto:
2 paquetes al día y la botella
pueden matarte
también.

naturalmente,
cualquier cosa puede matarte
y algo acabará por conseguirlo,
al cabo. lo único que puedo decir es que
hoy
acabo de poner una cinta nueva
en esta vieja máquina de escribir
y estoy contento de cómo
funciona y eso contribuye a que hoy sea mejor que un mero día cualquiera,
gracias.

Charles Bukowski
¡Adelante!
Visor, 2007

martes, 20 de noviembre de 2012

Hoy recito en Peñarroya-Pueblonuevo. Y recordaremos a José Moreno Villa





Y seré presentado. Y, si hay suerte, proyectaremos una vídeo-creación de Pepito Morán sobre Transbordo. Poemas del metro de Barcelona. Y recitaré mis poemas y conversaremos de lo que haya que conversar. Pero, además, me hará mucha ilusión referirme al poeta y pintor José Moreno Villa, o mejor dicho, recitar sus poemas, que es lo que pienso hacer. Y no lo digo por sumarme al discurso institucional, sino porque lo creo, que este año el CAL ha acertado especialmente eligiendo a este poeta -tan injustamente olvidado- como el "autor del año". Y por eso, aquí os dejo algunas pruebas, para que disfrutéis.



DESPUÉS DE TODO ERAS TÚ LO QUE YO BUSCABA

 

En las letras de un cantoral,
entre la retama y el jacinto serrano,
en el ancho mar, en la taberna inquieta,
en el fondo de la copa verde,
después de todo eras tú lo que yo buscaba.
Pregunté muchas veces a las guías turísticas
dónde suspira el lugarejo ignorado por la epopeya;
pregunté a los filósofos por la llave del secreto;
fui devorando pregunta a pregunta mi vida,
y después de todo resultas tú lo que yo buscaba.
Pude leerlo en mil detalles:
verte y enmudecer,
verte y olvidarme del mundo,
verte y hablar luego por las calles solitarias,
verte y sentir el cuerpo,
verte y huir hacia los confines de mí mismo.
Desmadejado y alma en pena,
imaginé que lo mejor era llorar en los ocasos,
leer los libros místicos
y contribuir a la redención de los débiles.
Y en todo, en todo, en absolutamente todo
no había más que la busca de tu persona.
Sí, después de todo eras tú la búsqueda.
Y aquí declino ya todo examen y toda crítica.
Tú, con tus faltas y tus sobras;
tú, con tu maravilloso complemento rubio a mi color de
bronce.




SOBRE TUS MEMORIAS
 
 

Si escribes alguna vez tus memorias
di que andabas por la casa en zapatillas,
que roncabas durmiendo
o sufrías hemorroides.
Di si tuviste amores clandestinos
con familiares o mujeres de baja extracción,
si frecuentabas tabernas o iglesias,
si eras amigo de los grandes fantoches. .
De tus obras no dirás nada,
porque, si dices, quitas al crítico
la frutilla de la conjetura.
Él se divierte y justifica
manipulando con el “acaso”, el “debe venir”
o el “viene de allá”.
Lo mejor es descolgar anécdotas,
exhibir la ropa interior,
dar pelos y señales de tu barragana
y presentar el haber, y el debe de tu calendario.




EL AVIÓN NOCTURNO


Apodérate de la noche,
pajarraco de mala entraña,
y apodérate de los cuerpos
indefensos bajo las sábanas.
Ven y hunde, destroza y quema;
salgan cunas por las ventanas,
rueden ancianos impedidos
entre cascotes, hasta la calzada.
En la negrura de la noche
esconde tu proeza de infamia,
desarticula hogares tibios,
desmembra familias de un alma.
Toda la fuerza es tuya, tienes
un pueblo dormido y sin balas.
Ensáñate, que nadie te ve;
la noche sin luna te ampara.





CARTA DE UN DESTERRADO 
 

Perdóname el desvarío:
yo no quiero más envío
que un pedacito de río.


Yo no sé de cuál; de aquél
retozón y bailarín
donde mojaba mi lápiz
cuando quería escribir
una carta cariñosa
y preciosa para ti.


“Yo no quiero más envío
que un pedacito de río.”


Yo no sé de cuál; de aquél
anchuroso y tenebroso
donde aprendí lo severo
de la vida, lo más hondo,
lo que sólo ve el sentido,
lo que nunca ven los ojos.


“Yo no quiero más envío
que un pedacito de río.”
 

Y dile a mis compañeros
que no necesito nada.
Que tengo amor, carne, queso,
legumbres y noches largas;
que tengo un cielo de gloria
y una tierra muy alzada;
que me sobran las revistas,
los libros y hasta las cartas;
que si me agobian las penas,
miro las del otro, y paran.
Mas esto, sí... lo repito,
es una cosa sagrada:
 

“Yo no quiero más envío
que un pedacito de río.”
 

Yo no sé de cuál; mandadme
del azul, del amaranto,
del inquieto, del suave,
del que va derecho al salto,
del que regatea y burla,
del que es angosto o es ancho.
 

Perdóname el desvarío:
quiero un pedazo de río.




José Moreno Villa  

(poemas extraídos de la antología realizada por Rafael de Cózar para el Centro Andaluz de las Letras y la Junta de Andalucía con motivo del homenaje a José Moreno Villa, "Autor del Año" 2012, que será -o fue- obsequiada entre los usuarios que visiten las bibliotecas públicas andaluzas el día 23 de abril)

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Un sol de izquierdas



Durante el mes de noviembre en La Bicicleta (Córdoba) se realiza un ciclo de recitales. Cada miércoles, una pareja de poetas. Pero Juan Antonio Bernier y Rafael Espejo hoy están de huelga, así que han decidido adelantar el recital hasta ayer. A mí me toca el miércoles 28 junto a José G. Obrero, pero ayer me tocó presentar a mis amigos. Fue una reunión estupenda. Sorpresas y reencuentros. En lo político-poético que nos envuelve, me gustaría destacar el gesto con que Bernier semantizó su poema "Flecte ramos", que pude recoger en la videocámara del móvil. Ignoro si el sentido cobrado formaba originalmente parte de la concepción del poema... en todo caso, importa que lo forme ahora. 

Fotos: © Pablo Diartínez










miércoles, 19 de septiembre de 2012

Conversar es humano





Conversar es humano. Y colgar entradas en el blog a altas horas de la madrugada a veces también. Leo a Octavio Paz, el viento cruje, esto parece un barco y el insomnio se vence. El poema es largo y emociona, como emociona la muerte. Me gustaría copiároslo, pero aparte de largo en ocasiones soy supersticioso. En cambio, el siguiente es un poema perfecto. Lo que emociona no sea tal vez la muerte, sino el contraste con la vida.


CONVERSAR

En un poema leo:
conversar es divino.
Pero los dioses no hablan:
hacen, deshacen mundos
mientras los hombres hablan.
Los dioses, sin palabras,
juegan juegos terribles.

El espíritu baja
y desata las lenguas
pero no habla palabras:
habla lumbre. El lenguaje,
por el dios encendido,
es una profecía
de llamas y un desplome
de sílabas quemadas:
ceniza sin sentido.

La palabra del hombre
es hija de la muerte.
Hablamos porque somos
mortales: las palabras
no son signos, son años.
Al decir lo que dicen
los nombres que decimos
dicen tiempo: nos dicen,
somos nombres del tiempo.
Conversar es humano.

Octavio Paz



martes, 7 de agosto de 2012

Las cartas marcadas





Eduardo fue uno de mis primeros maestros literarios. Entonces coincidíamos en recitales nocturnos, entonces él había publicado solo un libro en una editorial que ya no existe. Hoy es un autor reconocido con varios poemarios en su haber y hasta un Premio de la Crítica. Yo le sigo guardando un especial afecto a ese primer libro suyo con el que descubrí una nueva manera de decir la poesía -durante muchos años lo guardé fotocopiado, hasta que casualmente lo encontré en una librería de viejo-. Puede que a esas alturas de 1996, cuando lo leí por primera vez, esa manera no fuera ya tan nueva, pero lo era para mí. Eduardo tendría algo menos de la edad que tengo ahora y el título del poemario, Las cartas marcadas, no me decía mucho. En cambio, ahora...


Argucias de la edad

Aún tienes veinte años, la vida por delante
para hacerte pirata o trapecista, 
buscador de tesoros en cuerpos como estatuas,
antropólogo en tierras tropicales, 
                                                           o al menos
un impecable agente de finanzas.

Puedes partirle a gusto la cara al enemigo,
decir que no a quien venga con un beso a estafarte,
recibir con modestia los aplausos,
                                                           o al menos
embarcarte a Bahía o Singapur.

Pero nunca te mires al espejo.
La calvicie insolente del tipo que te mira
pertenece tan sólo a un impostor.


Cálculo de daños

De niños era más simple la vida.
Había una frontera
que separaba al héroe del villano.
Tras la persecución, el desaliento,
las turbias peripecias y el temor,
el malo recibía su castigo,
el bueno se quedaba con la chica
y todo regresaba a su lugar
-al gusto de las madres
y como recomienda la taquilla.

De jóvenes las cosas se hicieron complicadas.
Había que jugar a transgredir
las normas recibidas
y hacerlo a plena luz, con un soberbio
fervor heterodoxo de iniciados.
Fue entonces cuando el límite aprendido
se convirtió en alambre de nuestras acrobacias.
El juego requería pulso firme,
inconsciencia absoluta del peligro,
jugar todas las bazas sin mirar
las cartas, mucha suerte.
Era una forma nueva de heroísmo.

De la dulce demencia de esos años
guardo un recuerdo ingrato.
Quizá la vaga culpa de ser superviviente
en un vasto escenario de fantasmas.
Y un inmenso rencor hacia la vida,
pues nadie vino entonces a decirnos,
cuando en la cuerda floja nos jugábamos
el todo por el todo,
que no había debajo red alguna,
sino la dura piedra, sus aristas,
un oscuro terror y un frío acero.

Ya no sé qué pensar. Es tan difícil,
ahora que soy serio y respetable,
poner cerco a la vida y extraer
una norma futura de conducta...
Sólo sé que deslumbra en el recuerdo
la existencia veloz, el riesgo, el breve
impacto de una boca, el corazón
agitándose inquieto a todas horas,
y que si por azar me fuese dado
el don de hacer del verso un arma mágica
traería de la muerte a Pepe, el yonqui,
acróbata sin suerte y un amigo
leal a su manera
                              y un fantasma.


Paradoja del tahúr

Yo deseaba ser aquel que soy.
Ahora quisiera ser quien me soñaba.
Daría estos renglones sin dudarlo
por recobrar las vidas que perdí.



Eduardo García
Las cartas marcadas
Libertarias, 1995.


miércoles, 18 de abril de 2012

Fernando Nafa









Creo que todavía habrá bastantes poetas que no hayan oído hablar de Fernando Merlo. Yo tuve la suerte de leerlo muy pronto, en 1996 o 97. Su estrecha relación con Córdoba y los poetas de Antorcha de Paja posibilitó su inclusión en Degeneración del 70. Antología de poetas heterodoxos andaluces (1978, Antorcha de Paja). Y de ahí a las manos de los siguientes de los siguientes jóvenes poetas cordobeses, quienes por aquellos años buscábamos referentes fuera del panorama habitual y para los que, veinte años después de la publicación de la antología, algunos de los poetas incluidos seguían resultando muy heterodoxos, sobre todo en comparación con lo que circulaba por las librerías. Pero Merlo era un poeta maldito de verdad. Solo se conocía una edición de su obra y era póstuma, si no recuerdo mal hecha por sus amigos; seguramente no tendría ni isbn. Muy pocos poetas disponían de uno de esos ejemplares. Creo que fue Eduardo Chivite quien me dejó el suyo por un tiempo, y creo recordar que copié algunas de las partes, al menos las dedicadas a Nafa. Pero era tan irreverente su poesía (y breve y en ocasiones extremadamente experiemental/ conceptual) que nunca confié en que pasara de ser el fetiche admirado de un grupo reducido de afines, nunca creí que llegara a convertirse en la obra de culto que parece que, después de tres ediciones de Escatófago, puede empezar a considerarse. Tampoco sabía quiénes eran Aguaviva ni que habían musicado uno de sus poemas. Pasan los años y la herida permanece. Todavía no me he hecho con ninguna de las nuevas ediciones, quiero las hojas viejas y amarillas.






TROFEOS





Porque yo soy poeta

incluso cagando

quiero dar,

os doy,

una poca de mierda.


La demás para mí.





Fernando Merlo, Escatófago (1968-72)














































miércoles, 1 de febrero de 2012

Árboles con tronco pintado de blanco









                                                         (reseña publicada originalmente en Culturamas)






ÁRBOLES CON TRONCO PINTADO DE BLANCO


                                             



Que a día de hoy un poeta consciente se atreva a encabezar un poemario con una cita de Lorca puede resultar extraño, la herencia del poeta granadino se encuentra tan explotada que a veces es difícil distinguir algunas de sus atribuciones más notables de entre el conjunto de tópicos que empañan su figura. Sin embargo, a la poesía de Juan Antonio Bernier le gusta precisamente eso, apuntar a lo escondido u olvidado; en este caso, un modo de simbolismo sutil, pagano y culto que, siendo una de las características que la poesía lorquiana había asimilado de las estéticas francesas de finales del XIX, en parte a través del Modernismo, viene a conectar muy bien, curiosamente, con una de las principales líneas de evolución de la llamada Poesía de la experiencia. Una línea que, como ha puesto de manifiesto Luis Muñoz, refiriéndose a su propia poética, cuya influencia no es necesario mencionar, vuelve a esas mismas raíces simbolistas como fuente de inspiración y renovación.

Así pues, podemos estar hablando de Neosimbolismo. Y aunque éste se refiera solo a un aspecto parcial de las poéticas de un grupo señalado de autores, es posible definir sus diferencias respecto al primero, siguiendo de nuevo a Luis Muñoz, como la ausencia de la pretensión universalista o del misticismo mágico de las correspondencias, que pasarían a entenderse como meros juegos lingüísticos o conceptuales. Lo cual, simplificando bastante, sería la consecuencia lógica de pasar la poética simbolista por el filtro estructuralista de la lingüística de Saussure, determinante en la evolución de las  humanidades durante todo el siglo XX. El asunto, quizá, adquiera otros matices en el caso de Bernier, para quien la preocupación estética y la existencial (de alguna manera, también espiritual) corren parejas y acaban, inevitablemente, impactando su poética. De estos interrogantes irresolutos deja constancia en algunos apuntes como “No creo en Dios,/ pero el poema/ vuela hacia Dios.” en la antología Deshabitados. Por lo tanto, no es extraño que la indagación sobre el sentido, presente ya en su anterior poemario, sea uno de los aspectos centrales de Árboles con tronco pintado de blanco, especialmente en los poemas The life pursuit o Young adults against suicide; aunque dicha inquietud atraviesa cada uno de sus versos o, mejor dicho, cada uno de sus versos parte de esa inquietud.

Otro tópico ampliamente extendido asegura que hay poetas, como Lorca, cuyo carácter resulta tan personal que no es posible imitarlos, o aprehenderlos, salvo a costa de ahogar la propia voz. Para refutarlo, Juan Antonio Bernier ha ensayado algunas reactualizaciones, introducidas casi imperceptiblemente en su repertorio. Así, cerca de un siglo después, encontramos la siguiente cancioncilla, una letra donde la influencia lorquiana llega a pasar tan fácilmente desapercibida que, una vez descubierta, dudamos si procede del cálculo artesanal o de una lógica coincidencia.


FUTURO DEL AIRE


Danza de la montaña con el prado.

(Recordar que mi cuerpo
y el mundo
son asimétricos)

Danza de la montaña con mi cuerpo.


Si hemos comenzado por la cita que abre el libro, estas últimas consideraciones nos llevan a la dedicatoria que lo cierra, un guiño enmascarado que no hace sino incidir en la naturaleza dialógica de una escritura en la que se inscribe también la necesidad de redondear la percepción fragmentada que los versos ofrecen. La apelación al lector, la preocupación por el lector, tan prioritaria para la poesía castellana actual, sobre todo a partir de la defensa que los poetas de La otra sentimentalidad primero y la Poesía de la experiencia después realizaran en su favor durante los ochenta, es esgrimida todavía en diversos textos programáticos, como el manifiesto que abre la reciente antología Poesía ante la incertidumbre. Sin embargo, el planteamiento parece ser algo más bíblico en la poética de Bernier, quien espera, aunque no exige, del lector una respuesta por alusiones constantes, más o menos escondidas, a la tradición literaria o filosófica, y una sensibilidad menos complaciente, apta para el disfrute de un discurso basado en la destilación de los procedimientos figurativos hasta rozar el abstracto. La aparente ligereza de sus composiciones solo llega a completarse en la mirada atenta de un receptor capaz de subrayar la profunda entropía de esas puntas de iceberg a las que podríamos comparar sus poemas.

Dicha elección, por supuesto, implica exponerse a las críticas de quienes no descubren en la página nada más que lo impreso, actitud similar a la de aquel que delante de un Mondrian solo ve rayas. No obstante, y simultáneamente, los poemas de Bernier ostentan una cualidad intrínseca, una matemática bella que los hace también una lectura válida en sí misma, una cualidad que apunta hacia la serenidad y la conciencia.