¡Feliz Día del Libro!
Para celebrar este día, los profes de mi instituto hemos querido enviarles a los estudiantes un pequeño vídeo leyendo cada uno un fragmento de algún libro, para hacerles así un poco de compañía y que vean que no les olvidamos. Lo comparto también en mis rrss, porque creo que el libro, y este día, lo merece.
Se titula: El infinito en un junco, de Irene Vallejo. Es un ensayo divulgativo sobre el origen de los libros, la escritura, las bibliotecas y la literatura. Está cargado de anécdotas, de intertextos de otras lenguas y de fragmentos de la biografía de la propia autora, así que es en realidad de género mixto, un raro espécimen, a colocar en la estantería de los inclasificables, mis favoritos.
Me lo estoy leyendo a sorbos, con tranquilidad, primero porque quiero que me dure, y porque además está escrito por capitulitos, unos capitulitos que se adaptan muy bien a ese ritmo espaciado de lectura, ideal para antes de dormir, y que también permite combinarlo con otros menesteres y lecturas, como hacemos los incorregibles.
A pesar de que la denominación "ensayo divulgativo" que le he atribuido no parece anunciar grandes sensaciones, la verdad es que en muchos momentos me emociona e incluso me trasporta a estados de epifanía espiritual. A mí me lo regalaron gracias a una columna de Juan José Millás, en la que lo alababa, y que leyó en el periódico la persona que me lo regaló. Como siempre, unos textos nos dirigen a otros, porque así es el sistema de reproducción natural de la literatura, por esporas. Juan José Millás leyó este libro y escribió una columna sobre él, alguien leyó su columna y me lo regaló. Y yo ahora escribo aquí para que tú algún día también lo leas.