blog de Jorge Díaz Martínez

sábado, 30 de abril de 2011

El poema de Jane

  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
   
   
   
  
  
    
 
 
 
 
 

  
  
  
EL POEMA DE JANE


él me enseñó a beber a pasar largas temporadas
en la cama a provocar la ira del vecindario a no sentir
en demasiadas cosas ningún tipo de vergüenza

con él también aprendí los gritos el miedo los fracasos
el olor a colonia de otros cuerpos y una frase:
cualquier forma de amor conlleva desperdicio

después de luis no me supo tan amarga la cerveza
  

   
   
   
  
  
  
  
    
  
  
  
  
  
  

  
    
  
  
  
  
  
    
  
  
  
  
  
  
  

  

  
   Pablo García Casado, Las afueras, DVD ediciones, 1997.

viernes, 29 de abril de 2011

Cicatrizante.

               
               
               
               
                 
                     
                          
                         
                                
                             











Si os dicen que es una enfermedad, no lo creáis.
Si os dicen que es una virtud, no os preocupéis.
Si os dicen que es un vicio, un problema
o una diversión,
a veces. No sé.
                           
Será como la costra en la rodilla.

Una necesidad.
   










  



miércoles, 27 de abril de 2011

Los nadies

  


   

  
  
  

  

    
 
 
 
    

   
  

 
 
 
 
  LOS NADIES





Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.




Eduardo Galeano.
 

   
  
    
   
   


   


  


  
  


De El libro de los abrazos, Siglo XXI.

viernes, 22 de abril de 2011

oraciones y autorretratos

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AUTORRETRATO




Considerad, muchachos,
este gabán de fraile mendicante:
soy profesor en un liceo obscuro,
he perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
que envejecieron sin arte ni parte.

En materia de ojos, a tres metros
no reconozco ni a mi propia madre.
¿Qué me sucede? -¡Nada!
me los he arruinado haciendo clases:
la mala luz, el sol,
la venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
para ganar un pan imperdonable
duro como la cara de un burgués
y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
si nos dan una muerte de animales!

Por el exeso de trabajo, a veces
veo formas extrañas en el aire,
oigo carreras locas,
risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
y estas mejillas blancas de cadáver,
estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!

Sin embargo yo fui tal como ustedes,
joven, lleno de bellos ideales,
soñé fundiendo el cobre
y limando las caras de diamante:
aquí me tienes hoy
detrás de este mesón inconfortable
embrutecido por el sonsonete
de las quinientas horas semanales.




Nicanor Parra (1914)








AUTORRETRATO




Al final de estos brazos unas manos
para tocar por gusto
o acercarle sustento
a la boca que pía.

Igualmente dos piernas acopladas
al tronco: lo pasean
con sus lagares dentro,
con sus filtros y bombas,
sus engranajes sordos.

De perfil me embellecen
un ojo y una oreja, media nariz, dos labios
mitad sobre mitad.

Y duros huesos a los que se enredan
músculos trepadores
regados por la sangre que heredé,
todo cubierto de porosa dermis
mal abrigada por vellosidades.

Pero yo, que habito una región
ignota en el cerebro,
sólo me reconozco íntegramente
en el pene y los testículos:
esos ojos no natos con trompa umbilical,
reliquias ancestrales
de las eras biológicas que confluyen en mí,
pura animalidad que me despierta.

¿Para qué sirvo entonces,
a qué puedo aplicar estos dispositivos,
exactamente qué he venido a hacer?

Vivir, pero además
vivir consciente,
                         vivir como si solo
fuese real la vida.

Y dar gracias a ciegas
a quienes me engendraron,
gracias al niño que me trajo aquí,
gracias a las muchachas,
al perro que me sigue y a la flor transitoria,
a la llovizna mística, a la luna de agosto,
gracias a los viajes que al llevarme
me hacen creer en casa,
y a las drogas felices, y a las decepciones
que me tienen humilde.

Esto soy. Gracias,
enormemente gracias.
Aunque, en verdad, no era necesario nada de esto,
muchas gracias.




Rafael Espejo (1975)









Violeta Parra, "Gracias a la vida",
Nicanor Parra, Chistes para desorientar a la (p/ol/ic/i/a/) poesía. Visor, 1989.
Rafael Espejo. Nos han dejado solos. Pre-Textos, 2009.

miércoles, 20 de abril de 2011

Un poema de Mauricio Valenzuela (1968-1996)

                                                                                                                                         .
                 .
                                 .
           .
                                                                                                                                                      .
                                                                                                 .
                                                                     .
                                             .
                                                                                                               .













10




Estando tranquilo y con olor verde
en la tibia tarde del verano,
y el ruido de los aspersores
que entra por mi ventana.
Vamos todos a cantar con BOB
porque nos dejen en paz ya que aunque estamos
locos y no nos peinamos
y no fregamos los platos como es debido
ni nos conformamos nunca con la división entre
placer y deber, ni hacemos nada
como es debido
porque somos bastante inmaduros y no tenemos
sentido de la responsabilidad ni sentido común,
a pesar de todo esto,
nosotros no matamos a nadie, ni perfeccionamos
misiles, ni leemos el "TIMES",
porque para ser policía o presidente se necesitan
cosas que no tenemos y que no sabemos hacer;
además de lo más importante, y es que no queremos
hacer, como por ejemplo ser lógicos y cuerdos
ser cultos y cuervos
ser diplomáticos y cerdos;
cerdos con corbatas y blancas y amplias sonrisas y
comidas de negocios y neveras modernísimas
y vacaciones con camisas floreadas y todos esos
malditos jerseys a rayas que llenan maletas enteras
que pagan sobrecarga en "Iberia" porque "nos
vamos a Marbella".
Y todos los montones de hijos de todos esos seres
despreciables que lo controlan todo
y que están en todas partes
y que van en motos "vespino"
o en la "250",
motos que no se han hecho ellos mismos a mano
precisamente;
no como el amigo Holley que tenía una "Chopper"
hecha con sus propias manos con cacharros
que encontró en los botes de basura que me
servían de Restaurant cuando aún podían
encontrarse restos alimeneticios allí; pero bueno, no
hay problema porque todo está calculado
y previsto con varios millones de VERANOS de
antelación,
y seguro que al final no pasará nada malo y que
todos, tarde o temprano, abrirán sus ojos
como intento abrirlos yo ahora, aunque a veces me
quede medio dormido y me ponga un jersey
rayado y me beba una "Spritte";
y si algo intenta fallar, siempre está ahí Ferlinghetti
y Allen, e incluso Jacky
y hasta el mismo LOCO
y en último caso los BEATLES
o hasta podría ser que Elvis Presley
o Jimmie Dean,
para recordarnos cual es el Camino Correcto
(aunque lo sean todos o quien sabe)





Mauricio Valenzuela (1968-1996)



De: Mauricio Valenzuela, El aprendiz de brujo. Miss peoress poemass, Casa Doce, Chile, 1996.

viernes, 15 de abril de 2011

EL PLACER COMO NECESIDAD





















EL PLACER COMO NECESIDAD


Escribo por placer. Pero no siempre fue así. Obviando las operaciones escolares, mis primeras tentativas poéticas se debieron a una combinación de función emotiva y utilitarismo: eran cartas de amor. En realidad, un plagio, fruto del espionaje fraternal, de otras cartas de amor. Recuerdo la indignación que me causó, poco tiempo después, descubrir que esas cartas que había tan celosamente imitado eran a su vez una imitación bastante fidedigna de las Elegías de Sandua de Ricardo Molina. A pesar de aquella ausencia del original, no dudé en lanzarme a la búsqueda de esa originalidad, experimentando también la necesidad de sincerarme conmigo y con el mundo, aunque en secreto. Un ocultismo que tuvo que disolverse mientras anunciaban por el micrófono que había resultado ganador del premio del instituto y debía salir a recitar, delante de cientos de compañeros, una de mis íntimas diatribas medioambientales. Lo que sigue sería un poco largo y no tenemos tiempo de extendernos, pero creo que esto basta para ejemplificar algunas de las claves que a día de hoy me siguen importando: el sentido de canonicidad, tradición e individualización, la gestión institucional entre lo privado y lo público, o la escritura como un ejercicio que rara vez atiende a una preocupación exclusivamente estética.

Pero, ¿por qué un estilo? ¿y por qué este empeño en el arte? Reconozcamos, en primer lugar, que el arte posee varias raíces. A mí me interesa la que proviene del ritual. Es decir, un ajuste necesario, una reorganización y una dotación de sentido a través de una intensidad inusitada, sea cíclica o puntual, individual o social. Según Hauser, estos procedimientos se vincularon al arte ya durante el Paleolítico. Una estructura semejante, la de reparación, puede verse en el alma de los cuentos populares rusos, como nos muestra Propp. Dentro de esta noción, las elecciones de estilo implicarían, se sepa o no, una filosofía y un posicionamiento que serían, tal vez, sólo diferentes modos de afrontar una misma carencia mitológica.
 
 
 
Jorge Díaz Martínez

jueves, 7 de abril de 2011

Sunset Park, Paul Auster.

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Creo que este es el que más me ha gustado de todos los libros que he leído de Paul Auster. O tal vez es que he leído tantos libros suyos que ya no me acuerdo y simplemente este me ha gustado mucho. Pero no, de algo me acuerdo. Y puede que mis impresiones estén equivocadas, pero creo notar un cambio en esta, su última novela publicada. No es una abstracción pseudofilosófica sostenida en andamios policiacos. No es metaliteratura (y a la vez lo es quizá de una manera mucho más clara que en todas sus entregas anteriores). No es Niebla, de Unamuno. No es el marujeo neoyorkino de Woody Allen teñido de misticismo a lo Herman Hesse. Aunque obviamente tampoco es una obra completamente nueva y conserva detalles de todas esas raíces, por ejemplo el imaginario personaje llamado "Botellero", un vagabundo como los que callejean por La ciudad de cristal o la Trilogía de Nueva York. Parece que Auster ha continuado la maniobra de aterrizaje que ya se percibía en El cuaderno rojo o en El libro de las ilusiones. Ha rebajado el melodrama, eliminando además escenas demasiado estrambóticas y ha diluido el argumento hasta hacerlo más creíble o, mejor dicho, más terrenal (no seré yo quien diga que en “la realidad” no suceden eventos estrambóticos). Por otra parte, esa disolución de la trama se acompaña de una amplitud de miras que, sin llegar a ser caleidoscópica –en primer lugar porque sigue reinando la omnisciencia narrativa, salpicada de trucos- se presenta, desde los propios títulos de cada capítulo (que ni siquiera son tales títulos, sino separadores vocativos) manifiestamente distributiva. Sigue habiendo un protagonista y una historia central, pero se ha nivelado el desarrollo de los personajes y casi todos nos resultan igual de interesantes. Pero no es sólo que Auster haya puesto los pies en la tierra, es que se ha politizado. Nos habla desde la actualidad, nos  habla de Liu Xiaobo, de Obama y de Zona Cero. Y nos habla mucho y bien de literatura, de cine y de beisbol, lanzando continuamente bolas a una vida que es la nuestra. Nuestra vida que es también la del beisbol, el cine y la literatura. Y los cabos se quedan sueltos.