blog de Jorge Díaz Martínez

viernes, 15 de abril de 2011

EL PLACER COMO NECESIDAD





















EL PLACER COMO NECESIDAD


Escribo por placer. Pero no siempre fue así. Obviando las operaciones escolares, mis primeras tentativas poéticas se debieron a una combinación de función emotiva y utilitarismo: eran cartas de amor. En realidad, un plagio, fruto del espionaje fraternal, de otras cartas de amor. Recuerdo la indignación que me causó, poco tiempo después, descubrir que esas cartas que había tan celosamente imitado eran a su vez una imitación bastante fidedigna de las Elegías de Sandua de Ricardo Molina. A pesar de aquella ausencia del original, no dudé en lanzarme a la búsqueda de esa originalidad, experimentando también la necesidad de sincerarme conmigo y con el mundo, aunque en secreto. Un ocultismo que tuvo que disolverse mientras anunciaban por el micrófono que había resultado ganador del premio del instituto y debía salir a recitar, delante de cientos de compañeros, una de mis íntimas diatribas medioambientales. Lo que sigue sería un poco largo y no tenemos tiempo de extendernos, pero creo que esto basta para ejemplificar algunas de las claves que a día de hoy me siguen importando: el sentido de canonicidad, tradición e individualización, la gestión institucional entre lo privado y lo público, o la escritura como un ejercicio que rara vez atiende a una preocupación exclusivamente estética.

Pero, ¿por qué un estilo? ¿y por qué este empeño en el arte? Reconozcamos, en primer lugar, que el arte posee varias raíces. A mí me interesa la que proviene del ritual. Es decir, un ajuste necesario, una reorganización y una dotación de sentido a través de una intensidad inusitada, sea cíclica o puntual, individual o social. Según Hauser, estos procedimientos se vincularon al arte ya durante el Paleolítico. Una estructura semejante, la de reparación, puede verse en el alma de los cuentos populares rusos, como nos muestra Propp. Dentro de esta noción, las elecciones de estilo implicarían, se sepa o no, una filosofía y un posicionamiento que serían, tal vez, sólo diferentes modos de afrontar una misma carencia mitológica.
 
 
 
Jorge Díaz Martínez