No es frecuente recuperar un libro cinco años después de haberlo prestado, pero a éste pude seguirle la pista. Recuerdo los meses en que lo leí por primera vez, me influyó en cierta medida a la hora de escribir algunos poemas, creo que es el libro que estaba leyendo en la cama la noche que aparece en un poema inédito y también hablo de él en una entrevista. Cuando lo recuperé, pensé en si su lectura me retrotraería a aquel tiempo. Solo tenerlo en la mano me hace respirar mejor. No he tenido tiempo de volver a leerlo, hasta hace un rato, y he recordado este poema al reencontrarme con él. No es el único del libro, desde luego, que recuerdo, que me encanta o que os copiaría. Es solo un buen poema de un gran poeta. La edición no es bilingue, una pena.
200 AÑOS
encorvado sobre esta hoja de papel en blanco
a las 4 de la tarde, he
recibido una carta de un joven poeta esta mañana
informándome de que yo era uno de los autores
más importantes de los últimos
200 años.
bueno, uno no puede creerse cosas así
sobre todo si se ha pasado como yo
este último mes,
paseando de aquí para allá,
pensando,
me estoy volviendo loco, sin duda,
y luego pensando,
ya no puedo
escribir.
y entonces recuerdo las fábricas,
las cadenas de producción,
los almacenes,
los relojes para fichar,
las horas extras y los despidos
y los flirteos con las chicas mexicanas
en la cadena de montaje;
cada día todo estaba minuciosamente planificado,
siempre había algo que hacer,
había cosas más que suficientes que hacer,
y si no aguantabas el ritmo,
y si no eras listo y rápido y
obediente,
te veías en la calle con los gorriones y los
vagabundos.
escribir es distinto, está flotando ahí fuera como el
aire blanco, estás colgado de la cuerda floja,
estás sentado en un árbol y ellos venga darle
al tronco con una
motosierra.
uno no lleva un fular de seda al cuello,
ni tiene acento inglés,
ni le llegan giros de damas aristocráticas de Europa
con maridos
ciegos e impotentes.
se parece más a un vertiginoso partido de hockey
o a cruzar los guantes con un hombre
25 kilos más pesado y diez años
más joven, o
es como gobernar un barco entre la niebla
con una damisela loca aferrada a tu
cuello
y en todo momento sabes que has colado
algunos escritos bastante obvios, que
te han otorgado un reconocimiento inmerecido, por cosas que escribiste por casualidad o
que en realidad no decías de corazón o te traían
sin cuidado.
bueno, ayuda
tener suerte.
aun así, por otro lado, a veces lo
has hecho tal como siempre supiste que debía
hacerse, y en ese momento sabías que era
tan bueno como cabía hacerse,
y que quizá tú lo habías hecho mejor,
en cierta manera,
que cualquier otro en mucho tiempo
y
te permitías sentirte
satisfecho por ello
un par de
segundos.
te apretaron los tornillos
con declaraciones acerca de 200 años,
y cuando solo lo dice un individuo, no pasa
nada
pero cuando lo dicen 2 o 3 o 4,
es entonces cuando tienden a abrir la puerta a
un manicomio.
te dicen que dejes el tabaco y
la bebida, y luego te dicen que
tienes 25 años buenos por delante y
luego
tal vez diez más para disfrutar de la
vejez
mientras chupas de la teta
de las recompensas y
los recuerdos,
Patchen ha desaparecido, te necesitamos, tío
todos te necesitamos por esa
agradable sensación justo encima del
ombligo:
saber que estás ahí en algún cuartito en
el norte de California escribiendo poemas y
matando moscas con un matamoscas
roto.
te pueden matar,
los elogiadores te pueden matar,
los jóvenes te pueden matar,
igual que los chicos de ojos azules en depts. de literatura que envían efusivas cartas
escritas a mano
en papel pautado
pueden matarte,
y todos están en lo cierto:
2 paquetes al día y la botella
pueden matarte
también.
naturalmente,
cualquier cosa puede matarte
y algo acabará por conseguirlo,
al cabo. lo único que puedo decir es que
hoy
acabo de poner una cinta nueva
en esta vieja máquina de escribir
y estoy contento de cómo
funciona y eso contribuye a que hoy sea mejor que un mero día cualquiera,
gracias.
Charles Bukowski
¡Adelante!
Visor, 2007