blog de Jorge Díaz Martínez

viernes, 6 de agosto de 2010

CHRISTIANE ROCHEFORT. LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS PRIMERO


CHRISTIANE ROCHEFORT. LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS PRIMERO

Llevaba mucho tiempo escuchando hablar de este libro hasta que por fin, hacia octubre o noviembre del 2009, tuve la suerte de que un amigo me lo dejara. Durante su lectura pude experimentar de nuevo esa característica tan propia de las obras realmente significativas: cientos de intuiciones e ideas dispersas, sólo esbozadas con precaución o parcialmente anotadas en mis cuadernos, venían ahora a concretarse y aparecer descritas de manera metódica y pormenorizada. Ocurrencias que anteriormente había atribuido a un exceso de paranoia conspiratoria o resentimiento social, se exponían como sencillos retratos de la sociedad occidental capitalista hacia finales del s. XX. No en vano, la autora es una de las teóricas de las revueltas sociales francesas de los 60 y 70. Como tantas y tantos otros, su obra ha sido escasamente traducida al castellano. Esta edición del 2004, por ejemplo, se debe a una distribuidora alternativa llamada Colla Xicalla, de la que ignoro si sigue funcionando. El original en francés sí puede encontrarse.


Habría mucho más que copiar, y también mucho sobre lo que debatir. He procurado ofrecer una muestra de diferentes puntos, pero lo cierto es que el librito entero no tiene desperdicio. La pena es que, como decía antes, es difícil de encontrar en castellano. Dejo, al menos, mi granito de arena para la difusión del título y el nombre de su autora. Así que aquí tenéis unos botones:

WELCOME


“Nosotros no estamos en el mundo”
ARTHUR

Existe sobre la Tierra una especie animal en la que el pequeño que sale del vientre de su madre es cogido por un adulto por las patas traseras y, cabeza abajo, golpeado, hasta que grita. Después de hacerle dar vueltas en todos los sentidos, se lo embala y se lo coloca aparte. El cuerpo caliente y alimenticio que lo envolvía y sobre el cual, como todo animal después del agotador trabajo de nacer, desea reposar, está fuera de su alcance. Escupido al instante en el espacio inmenso encuentra el vacío, y vive en solitario la aventura más fundamental que nunca fue ni volverá a ser vivida. No está en el mundo, sino a un lado. No tiene ningún asidero, todo viene de fuera cuando quiere. Todo lo que puede hacer es gritar.
La cría de esta especie tiene el grito más rabioso y lastimero de toda la fauna terrestre.
El adulto que, cuando oye en la noche la insistente voz de un gatito, sabe que se trata de un abandonado, no intenta interpretar los gritos de su propia cría: está acostumbrado, los ha oído siempre. Los encuentra “naturales”.
[…]

LA EMPRESA MUNDIAL DE EXPLOTACIÓN


“Oh, madre mía, ¿por qué me has dado la vida?”
JEREMÍAS

La mecánica del juego
El mundo en que nacemos –la sociedad industrializada- es, y ni siquiera intenta ocultarlo, una Empresa mundial de explotación de cosas, bestias y personas, por un pequeño número de personas, a algunas de las cuales se las conoce incluso por su propio nombre (ejemplo: Paul Getty, “el hombre más rico del mundo”, que se hizo célebre después del rapto de su nieto y de su negativa a pagar el rescate), todos ellos adultos, machos y blancos (aparte de algunos japoneses, pero que se han blanqueado mucho a la sombra del Hilton) que, a fuerza de eliminar a los más débiles, han concentrado y concentran sin parar en sus manos, cada vez más, bienes y poderes.
Estos personajes son el desenlace lógico de la mecánica de las relaciones de competición y dominación que funciona en las sociales patriarcales.
[…]
Definida en términos de Empresa, la familia, institución bajo control, es una pequeña unidad que produce, por medios artesanales (por el momento no se conoce de ninguno más), no precisamente niños, sino un determinado modelo de humano adecuado para asegurar, como explotado en general, y como explotador en el caso de algunos ejemplares seleccionados, la continuación y la expansión del Negocio.
La función de los padres, en términos de Empresa, es la de elaborar, a partir del material en bruto niño, el modelo domesticado que satisface a la demanda.
Y, estadísticamente, lo hacen. La prueba es que la Empresa continúa funcionando. Si no sirvieran el pedido social todo el montaje se vendría abajo. En una sola generación.
[… ]
Naturalmente, ellos no ven así las cosas. Ya que han sido tratados para que las vean de otra forma: como su “tierno deber”. Educan, forman, controlan a sus hijos por amor y por su bien (“Es por tu bien”) y su protección. En general desean su felicidad y están persuadidos de que les ayudan al integrarlos en la sociedad –a la que no ponen en discusión- y de la que son las inconscientes herramientas. Ignoran que la educación es política. Creen que se trata de algo privado.
[…]
Resumiendo la cuestión: la escuela ha evolucionado fielmente, o mutado, en profunda armonía con las necesidades de la Industria y los servicios. A pesar de las resistencias internas, es el semillero de material humano adecuado. Es una copia exacta de sus estructuras, y las transmite: sumisión, competición, segregación, jerarquización, y aburrimiento mortal del alma.
[…]
La parte más trivial de la crítica es que ésta es la forma como la medicina crea su clientela. Si por lo menos la corrupción no pusiera en primer plano el principio: el interés del Cuerpo médico está unido a la mala salud de las personas (En la China tradicional el médico cuidaba de un determinado número de familias a cambio de una retribución anual si seguían sanos. Cuando uno de los miembros caía enfermo se dejaba de pagar al médico. De esta forma, el interés del médico estaba íntimamente relacionado con la salud de sus pacientes).
Pero es que todavía es más grave: la medicina contribuye a preparar el cordero tembloroso de la Empresa.
[…]
Ahora Edipo existe: podemos encontrarlo. Ha entrado en la “Naturaleza humana”. Se lo encuentra en estado puro principalmente, a decir verdad en los hijos de psicoanalizados y, de no ser así, en familias enteradas. Lo cual le sucede u poco a todo el mundo, dado que Edipo ha sido ampliamente divulgado. Es más raro entre los incultos. Y está absolutamente ausente donde no existe el poder del padre, lo cual ya habían señalado Malinowski y Reich, y que en aquella época ya hubiera debido dar qué pensar. Se ha tenido que esperar bastante para que la lógica funcione. En la actualidad se atreven a alzarse algunas voces (Kate Millet, La politique du mâl (Sexual politics), Stock; Luce Trigaraï, Speculum, Minuit.) Se acabará por comprender que Edipo es un artefacto.
Pero tan cómodo. Nunca una historia tan mal construida hubiera podido arraigar si no tuviera una función social eminente.
El código edipiano oculta la opresión de los niños.
Afirma el poder del padre, justifica la opresión que inflige; si no como persona, a título de instrumento de transmisión de la ley social.
Limita toda la vida infantil al pequeño núcleo familiar (Guattari y Deleuze, L´Anti-OEdipe, Minuit, 1972).
[…]
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