No tengo ningún libro de uno de mis poetas favoritos, qué desastre. Recuerdo que leíamos en voz alta sus poemas, no muchos años antes de que fuera invitado a Cosmopoética y tuviéramos ocasión de conocerlo en persona. Como en tantas otras cosas, la madeja nos lleva hacia la biblioteca de Carlos Pardo y hacia unas ediciones de Pre-Textos, de ahí a reuniones en casa de Rafael Espejo, inundados de humo y de bohemia, leyendo de aquí y de allá, y un día, el entusiasmo por el descubrimiento de un "nuevo poeta" que Carlos nos había desvelado. Durante unos años fue el autor de moda y luego, su repentino fallecimiento. La importancia de conocer a los poetas en carne y hueso se relativiza cuando es una experiencia repetida, y sobre todo cuando es una ocasión superficial. Sirve para rehumanizar unas palabras impresas, para vincular lo ideal a lo carnoso. Y no es poco, pero eran sus versos -tinta, idea- los que nos detenían a admirarle. Y lo siguen siendo. Por eso, al pensar en Watanabe se me vienen primero a la memoria esas lecturas fuera del tiempo, no la anécdota de un apretón de manos, unas presentaciones breves, unas palabras fáticas. Esos versos que nacen de la carne, sin embargo.
miércoles, 25 de abril de 2012
domingo, 22 de abril de 2012
Fotos simpáticas del recital de ayer
Ayer estuvimos en la Feria del Libro de Granada. Me encargué de presentar el recital a cargo de Ana Alvea, Curtis Bauer, Jesús Cárdenas y Adriana Schlittler, poetas del catálogo de Ediciones En Huida. Aunque no aparezca en las fotos, hubo bastante público y creo que todos disfrutamos mucho de la lectura. Un placer.
miércoles, 18 de abril de 2012
Fernando Nafa
Creo que todavía habrá bastantes poetas que no hayan oído hablar de Fernando Merlo. Yo tuve la suerte de leerlo muy pronto, en 1996 o 97. Su estrecha relación con Córdoba y los poetas de Antorcha de Paja posibilitó su inclusión en Degeneración del 70. Antología de poetas heterodoxos andaluces (1978, Antorcha de Paja). Y de ahí a las manos de los siguientes de los siguientes jóvenes poetas cordobeses, quienes por aquellos años buscábamos referentes fuera del panorama habitual y para los que, veinte años después de la publicación de la antología, algunos de los poetas incluidos seguían resultando muy heterodoxos, sobre todo en comparación con lo que circulaba por las librerías. Pero Merlo era un poeta maldito de verdad. Solo se conocía una edición de su obra y era póstuma, si no recuerdo mal hecha por sus amigos; seguramente no tendría ni isbn. Muy pocos poetas disponían de uno de esos ejemplares. Creo que fue Eduardo Chivite quien me dejó el suyo por un tiempo, y creo recordar que copié algunas de las partes, al menos las dedicadas a Nafa. Pero era tan irreverente su poesía (y breve y en ocasiones extremadamente experiemental/ conceptual) que nunca confié en que pasara de ser el fetiche admirado de un grupo reducido de afines, nunca creí que llegara a convertirse en la obra de culto que parece que, después de tres ediciones de Escatófago, puede empezar a considerarse. Tampoco sabía quiénes eran Aguaviva ni que habían musicado uno de sus poemas. Pasan los años y la herida permanece. Todavía no me he hecho con ninguna de las nuevas ediciones, quiero las hojas viejas y amarillas.
TROFEOS
Porque yo soy poeta
incluso cagando
quiero dar,
os doy,
una poca de mierda.
La demás para mí.
Fernando Merlo, Escatófago (1968-72)
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