blog de Jorge Díaz Martínez

lunes, 1 de agosto de 2022

Vozdevieja, de Elisa Victoria

 

La posición periférica de los cómics en el campo de los géneros narrativos les ha permitido profundizar en zonas alejadas del canon de lo aceptable, lo reconocible y, por usar un término decimonónico, “lo burgués”. Estas áreas incluyen la fantasía, el erotismo, el terror y lo grotesco, en las que ha acabado sacándole bastante ventaja a la literatura “pura”. Mucha de esta libertad autoconcedida hay en la primera novela de Elisa Victoria, Vozdevieja (así, todo junto). Empieza por mostrarnos el placer de la protagonista, Marina, una niña de nueve años, viendo cagar a su abuela, entre otras escenas escatológicas. Otro aspecto tabú, el de la sexualidad infantil, aparece sin tapujos. Es una novela densa, redactada en presente y con una sintaxis a destajo: la mirada directa de la prota. Ambientada en la Sevilla de los noventa, con la resaca de la Expo, están muy bien captados los giros del habla coloquial, con toda su carga emocional. A veces se me ha hecho difícil, precisamente por esa atmósfera asfixiante en la que vive Marina, cuyas mejores vías de escape ante la dependencia infantil, la precaria situación familiar y las constricciones de su psicología (la frustración del amor y del deseo), son los filetes empanados, las escenas sangrientas hurtadas de los cómics y la pornografía. En ocasiones, Marina me ha resultado inverosímil, por la excesiva madurez de algunos de sus diálogos. Poco a poco, consigue transmitirnos, a través de su disgusto, no solamente una crítica social muy pertinente, sino también, o sobre todo, una sensibilidad en la que reconocernos ―y no me refiero a lo gore, eso ya dependerá de los gustos―. En las pausas que he hecho, he notado ese poso de lectura: el mundo de Marina se me había metido dentro, me llamaba para que siguiera tirando del hilo. En definitiva, un libro que a veces puede resultar muy agobiante, otras veces desagrada, otras veces enternece y al final merece la pena. De diez.