blog de Jorge Díaz Martínez

viernes, 1 de junio de 2012

"La vida..." en Sevilla





*detalle del baño de Paula






La sangre y los mosquitos no me han dejado dormir. Recuerdo que el tabaco le servía a mi abuelo. Ha empezado el verano. Esto es Sevilla. Escribo. 

Llegamos tarde pero bien. En el patio interior de La Carbonería ya estaban Martín y Carmen con los ejemplares de La vida por delante dispuestos en una mesita. No había ni sillas, ni audio, ni luz, ni Ana, ni poetas. El retraso se achacaba a las carretas del Rocío. Pero luego sí, luego había abundancia de público y también algunos poetas dispuestos a leer. Así que empezamos mientras los fotógrafos se esforzaban en captar las diminutas partículas de luz que iban desapareciendo. Según me dijeron al finalizar, más allá del primer corrillo, no se escuchaba nada. Y así, a la romana, primero el editor y después los antólogos, salimos a una escena improvisada, dijimos lo que teníamos que decir y cedimos el turno a los poetas. Le tocó comenzar a Elena Mateos, que según me había dicho se estrenaba ante el público, y a continuación Iván Onia, Helena Ortiz y Laura Rosal, que quiso leer también un poema de David Leo García, y tras ella Adriana Schlittler, que justo acababa de llegar, pero todavía más tarde llegó Saray Pavón, que finalizó el acto tras la intervención de Borja de Diego, si no se me olvida nadie. A lo mejor he cambiado un poco el orden, pero más o menos fue así. El relato de lo que vino después sería más apropiado para una crónica rosa, o salmón. Personalmente, me gustó conocer y tener ocasión de charlar con poetas como Javier Vela o María Alcantarilla. El murmullo de fondo que nos había acompañado durante la lectura dio paso a un espectáculo flamenco y poco a poco fuimos abandonando el local.

Horas más tarde, de vuelta a casa, no podía sino acordarme de Bourdieu -cuya visión de la literatura nos había inspirado en buena parte la concepción de la antología y el prólogo- y su análisis de L´éducation sentimentale de Flaubert. Para Bourdieu, la historia de Frédéric es el relato del aprendizaje de las incompatibilidades insurmountables que existen en el universo social y de lo inútil que resulta intentar conciliar sus extremos. Y es que una cosa es reunir a sesenta poetas muy heterogéneos en las páginas de una antología con vocación panorámica, y otra muy distinta pretender que sus personas coincidan armoniosamente en el contexto de un bar sevillano de tapas. Así que, después de todo o nada, regresé paseando con Paola, mi anfitriona, mientras conversábamos a cerca de la Sociología de la Literatura y el desayuno próximo. Aunque, ya sea por el exceso de cafeína, la emoción o los mosquitos, el hecho es que ya es de día y me parece que todavía no he conciliado el sueño.



foto Ediciones En Huida



foto Ediciones En Huida