blog de Jorge Díaz Martínez

miércoles, 27 de abril de 2022

Voyage d'une Parisienne à Lhassa, de Alexandra David-Néel



 VOYAGE D’UN PARISIENNE À LHASSA

Alexandra David-Néel

 

Cada vez que alguien me preguntaba de qué iba el libro que estaba leyendo, este libro que me ha acompañado durante los últimos nueve meses de mi vida, en los que prácticamente lo único que no ha cambiado ha sido su compañía, su tapa blanda que se iba deteriorando demasiado rápido entre mis manos, por lo que me preocupé de forrarla como hacíamos antes con los libros del colegio (creo que ya no se hace), pues, decía, cada vez que alguien me preguntaba, y yo le respondía, volvían a preguntarme que si era de ficción o era de verdad.

Voyage d’une parisienne à Lhassa, de Alexandra David-Néel (1868-1969), es, efectivamente, una obra de verdad, una obra autobiográfica, perteneciente al género de los libros de viajes. En el momento de su publicación, 1927, fue todo un éxito mundial, y no es para menos, pues el libro relata, en primera persona, la proeza de su protagonista, la primera mujer occidental (desconozco el dato, pero supongo que, anteriormente, sólo le habrían permitido entrar, como mucho, a algún embajador chino o inglés) en poner sus pies sobre la ciudad prohibida de Lhassa, la capital del Tíbet. Para lograrlo, se disfrazó de peregrina autóctona y, en compañía de un lama ―éste sí, auténtico―, anduvo, anduvo, anduvo a través de puertos de montaña, por inhóspitos parajes y cumbres nevadas, puentes colgantes y rutas infestadas de bandidos, de una pequeña población a otra, y siempre haciéndose pasar por tibetana, hasta llegar a Lhassa.

A pesar de lo extraordinario de su aventura y de la calidad literaria de su testimonio, a día de hoy, Alexandra David-Néel es prácticamente desconocida para el gran público, más atraído por otro tipo de diarios que por los del carácter fuerte de una anarco-feminista (del pasado entresiglo), cantante de ópera, ensayista, políglota, madre y exploradora, y una de las principales introductoras de la sabiduría oriental en Europa.   

Yendo al texto, Voyage d’une Parissiene à Lhassa se centra sobre todo en la peripecia vital de su peregrinaje, es decir, en lo anecdótico, folklórico y diarístico de su aventura, sin entrar en demasiados detalles sobre las enseñanzas esotéricas y espirituales que recibió (durante sus muchos años de estancia) en el Tíbet, temática que se reserva para sus siguientes obras. Se detiene, por el contrario, abundantemente, en comentarios críticos acerca de sus creencias religiosas, sus costumbres y su situación política.

En mi opinión, más allá del detallado informe de su viaje, el valor de estas páginas reside en la oportunidad de acompañar a Alexandra en su extraordinaria aventura, de conectar, digamos, con su personalidad y con su pensamiento, con el rastro de palabras que ha dejado, como huellas de aquel itinerario: sus etapas aburridas, llenas de descripciones anodinas, junto a las otras, al borde ―literalmente― del abismo, pendientes de una endeble tirolina, atrapados en la nieve entre glaciares o enfrentándose al filo de los bandidos… además de muchas otras anécdotas pintorescas en las que se refleja la vida cotidiana de un Tíbet desconocido, alejado de místicas leyendas y en contacto directo con la lucha por la supervivencia, práctica y terrenal, de sus tribus y pueblos.

Se me ocurre que estos nueve meses de lectura han sido como un parto invertido para mí, tras el cual nada ―excepto esta reseña― ha salido de mi útero, pero en cambio Alexandra David-Néel se ha colado en mis entrañas. Lo que es cierto es que ella ha sido, en muchas ocasiones, mi mejor compañía; y a lo largo de estos meses he llegado a sentirla como a una amiga, con sus tics de carácter y sus juicios no siempre compartidos, pero, en fin, una amiga al fin y al cabo. Afortunadamente, aún me quedan el resto de sus libros por leer.