blog de Jorge Díaz Martínez

miércoles, 23 de abril de 2014

Los primeros libros de la humanidad, de Fernando Báez.




Alabaré al Señor de la sabiduría, al dios sensato,
que se irrita por la noche, pero se calma llegado el día.
A Marduk, Señor de la sabiduría, el dios sensato,
que se irrita por la noche, pero se calma llegado el día,
que con su furia envuelve todo como un día de tormenta,
pero cuyo soplo es agradable como la brisa del amanecer.
Su cólera es irresistible, su irritación es un diluvio,
su corazón es misericordioso y su mente dispuesta al perdón.
Los cielos no pueden soportar el golpe de sus puños,
pero su mano es cordial, ayuda al desesperado.
Marduk, los cielos no pueden soportar el golpe de sus puños,
pero su mano es cordial, ayuda al desesperado.

Fragmento de Ludlul Bel  Nemeqi
(Alabaré al Señor de la sabiduría, poema babilónico en escritura cuneiforme, en torno al 2000 a. C.)


Para hacerle honor a este Sant Jordi, día de la rosa y el libro (porque yo nunca he dejado de vivir en Barcelona, como tampoco en Granada), no se me ocurre nada mejor que recomendar esta obra: Los primeros libros de la humanidad. El mundo antes de la imprenta y el libro electrónico, del venezolano Fernando Báez. Me gustan especialmente los pasajes en que el autor deja salir su voz personal y nos revela alguna de las aventuras –en ocasiones, trágicas y novelescas- que acompañaron su redacción. La estructura cronológica lineal y las descripciones técnicas, si bien pueden hacerse aburridas en algunos momentos, dan sentido a la Historia que anuncia el título, y además, se incluyen citas y fragmentos de aquellos primeros “libros”, es decir, de lo poco o mucho que ha llegado, mejor que peor, hasta nosotros. Así que este ejemplar tiene varios atractivos: el relato de cómo fue escrito (peripecias alrededor de un mundo envuelto en conflictos bélicos internacionales y revoluciones armadas, bibliotecas y museos saqueados y destruidos por tropas nativas o extranjeras), el de su propio asunto (el origen de lo que hoy llamamos “libro”, los primeros soportes de la palabra escrita), y el de las citas ancestrales, todo ello acompañado de comentarios eruditos sobre las lenguas y culturas pretéritas. El autor reconoce que estuvo a punto de morir antes de concluir su redacción. Se ha convertido de inmediato en un best seller, y con razón: corazón de los libros.


Cita:

En África, se mantiene la idea de que el libro fue inventado en el reino de Mali: un rey quiso proteger a los hombres de las maledicencias de los dioses y para avergonzarlos comenzó a archivar los hechos de estos últimos en el Libro de la Verdad. «Salvamos la cultura de Occidente: aquí estuvo la primera universidad del mundo, aquí se puede saber cuál es la otra España», me decía en cambio mi guía en el camino hacia Tombuctú, un joven llamado Modibo, que había intentado vivir ilusamente de los fondos de una fundación cuyo dinero desapareció, como tantas otras cosas, de una sociedad internacional que apoyaría la agricultura en África. Mali es uno de los quince países más pobres del mundo, hoy dividido y en guerra.

«De no haber sido por nosotros, los libros de la memoria de al-Ándalus se habrían perdido, la gran biblioteca de Mahmud Kati», explicaba mientras llegábamos a ese paisaje que probablemente sólo verán futuras generaciones de astronautas en otros mundos y que por ahora es la tormenta de arena seca y asfixiante que es Tombuctú, en las cercanías del mítico río Níger, donde se construyó una biblioteca con cientos de manuscritos en árabe, hebreo y castellano aljamiado que salieron de España cuando fueron expulsados los moros en 1942. Hay de todo, pero fuera del edificio –similar a una fortaleza- la sombra quema, las piedras hierven a 47 grados, de modo que preferí escuchar una historia que acabaría por ser esencial en mi busca: «Tombuctú es la ruta comercial transahariana más importante y prueba que hubo bibliotecas ambulantes entre los continentes».

Fernando Báez
Los primeros libros de la humanidad. El mundo antes de la imprenta y el libro electrónico
Fórcola Ediciones, 2013