blog de Jorge Díaz Martínez

miércoles, 9 de abril de 2014

La consciencia superficial







Cuando el ser humano ve que toda acción mental es una acción mecánica, entonces, en un santiamén, desaparecen toda la gloria y todo el hechizo de pensamientos e ideas que son pensamiento organizado, ideologías, conclusiones y valores –todo el hechizo y la gloria que giran alrededor de todo esto. Uno no siente satisfacción en identificarse con una ideología y tratar de oponerse a otra ideología. Uno ve la futilidad de complacerse en la actividad mecánica del pensar.



En la actualidad, nuestras relaciones se basan en nuestra identificación con nuestros pensamientos y sentimientos. Yo digo que tengo relaciones con ustedes, pero durante todo el tiempo trato de juzgarlos sobre la base de mis gustos y rechazos, de mis opiniones, preferencias y prejuicios. Los juzgo sobre la base de eso. Reacciono ante ustedes sobre la base de eso. Reaccionamos sobre la base de nuestra adquisición de ciertas pautas de pensar, sentir y reaccionar. Estas pautas son las que entran en relación recíproca, no los seres humanos. Tan pronto como los miro, surgen todos los gustos, rechazos, opiniones y conclusiones almacenados en mí. Antes de que ustedes hayan pasado conmigo diez minutos, yo les puse un rótulo: esta persona es moral o inmoral… me gusta, no me gusta –es fea, bella, culta, grosera-, ustedes saben, juzgamos al ser humano total por manifestaciones externas, y luego nuestros juicios dictan nuestra respuesta. Por eso, estas respuestas provienen de los juicios y las imágenes que dos personas crearon recíprocamente. Las personas no se relacionan. Se encuentran las imágenes. Si hay fricción, se destruyen las imágenes, y decimos que se rompe la relación. ¡No hubo que romper una relación! (risas).



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Si queremos una relación real en lo atinente a los seres humanos, si el ser humano quiere aprender el arte de relacionarse con sus semejantes, tendrá que abandonar la cárcel que el ego creó. Tendrá que salir de este círculo vicioso de responder a través de la memoria. Para mí, ese es el quid de todo el problema. Esa es la naturaleza del desafío. Cuando decimos que tenemos que averiguar si hay algo más allá de la consciencia actual, que debemos salir de la psiquis, eso no es nada misterioso ni místico. En eso nada hay que sea muy difícil o extraordinario. Un enfoque científico de la mente humana me dice muy vívidamente que ésta es una actividad mecánica. Por tanto, si surge la ira, si surgen los celos, la envidia o la codicia, si surge la ambición, no me identifico con la ambición y digo: “Soy ambicioso”, o “Estoy enojado”, “Estoy celoso”. No actúo por esa identificación, sino que tomo distancia de la reacción que surge, sabiendo que es producto de la humanidad colectiva. No tenemos que combatir los síntomas externos de los intereses creados y las estructuras; la estructura real que hay que combatir está dentro.



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Por eso, para esa persona revolucionaria, la meditación es la acción más revolucionaria de la vida. Es la única acción total. Todo lo demás es fragmentario.



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Para mí, la meditación es la tercera salida. Las otras dos son solo evasiones del hecho. El modo meditativo es el modo de entender la naturaleza de la acción mental, o sea, el movimiento del ego, y no identificarse con eso. Ni ustedes ni yo podemos deshacernos de esta psiquis, del consciente, del subconsciente y del inconsciente… ustedes saben, de todo eso. No podemos destruirlo; no podemos desecharlo. No podemos resolverlo combatiéndolo. Va a estar ahí. Si permitimos que se exponga a la luz de la consciencia, ese impulso deja de aferrarse a nuestra consciencia; deja de agarrarnos. Deja de agarrarse porque vemos simultáneamente lo objetivo y lo subjetivo, y, en esa percepción de la totalidad, la conciencia ya despegó hacia un plano completamente diferente.


Vimala Thakar
Rumbo a la transformación total
Editorial Kier, Buenos Aires, 1988