Ana Gorría, Jorge Díaz Martínez, Sara Herrera Peralta, Mercedes Gómez, Joan de la Vega, Juan Carlos Mestre, Alberto García-Teresa, Giuseppe (Enclave de libros) |
Sábado 15 de diciembre a las 19:00 horas
lectura poética de los últimos poemarios Hay una araña en mi clavícula
de Sara Herrera Peralta y Transbordo. Poemas del metro de Barcelona de
Jorge Díaz Martínez, publicados en La Garúa Libros, y 365 haikus y un
jisey, de Joan de la Vega, publicado por Rúbrica Editorial. Presentan
Ana Gorría
y Alberto García Teresa. Enclave de libros (Madrid)
Suena el despertador. He dormido
tres horas, mal contadas. Voy a la ducha. En la estación, aguanto en el arcén
porque no quiero subir a ese autobús. Hace años que no hago un trayecto tan
largo en autobús. Lo paso mal, la primera mitad del viaje me mareo, me
revuelvo, acabo hablando del tiempo con mi acompañante. Es la primera vez que
va a Madrid, me dice, y me sorprende. En el descanso me bebo un poleo menta
despacio, muy despacio, se acerca un gato naranja con las orejas chatas y me
mira esponjoso. Es un gato gordete como un peluche y los viajeros le hacen
monerías. La segunda mitad del trayecto caigo profundamente dormido. Solo me
despierto cuando mi cabeza alcanza un grado de inclinación peligroso en el
pasillo y me enderezo como un muelle para seguir durmiendo. Por el hilo musical
ponen el corazón partío de Alejandro Sanz y me acuerdo de Carmen. La llamo.
¿Qué estás en Madrid? ¿Cómo lo sabes? Quedamos para comer. El hostal El Tera está muy
bien, mi ventana da a la calle Magdalena, a escasos cinco minutos de Enclave de libros, la librería donde se va a realizar la presentación. Me acerco a
visitarla. Los dueños, Pino y Marian, son italianos y muy simpáticos. Veo la edición de
Bartleby de la poesía inédita y dispersa de Javier Egea. El otro día estuvo
Pedro Ruiz hablándonos de este libro tras la presentación en Córdoba. Lo hojeo
al azar, me detengo en un poema. Este poema basta para que decida que el libro
merece la pena. Veintidós euros que pago con gusto.
1952
…Un
silencio con hedores reposa.
Federico
García Lorca
Como
un eco caliente
nacimos
los más jóvenes
pero
aún no se había terminado la guerra.
Nacimos
entre flechas y yugos y sotanas y brazos extendidos,
cuando
la piel del toro todavía sangraba,
todavía
en canal abierto el toro.
Y
sangraba la Historia:
la
cultura arrancada de raíz de la tierra
puesta
al fuego en las plazas
y en
su lugar Pemán y el catecismo
y la
vergüenza en las estanterías.
Difícil
encontrar algún poeta que no estuviera muerto,
subterráneo
o más
allá del mar.
Era y
es el silencio que impone el vencedor,
la
cárcel que mantiene
desde
su fortaleza.
Era y
es la injusticia.
No
termina la guerra donde empieza el terror,
donde
sudan las puertas de las casas
esperando
tres golpes que las llame en la noche
y la
tapia esperando,
y la
cunera esperando,
y las
caras hambrientas de los que no te volverán a ver.
No
termina la guerra donde siguen
las
listas negras, los archivos negros,
la
justicia temblando en un rincón del sótano,
la
libertad sangrando en el barranco
y
aquí no canta nadie porque no quiere ése
que
preside el silencio desde cualquier despacho.
Todavía
en canal abierto el toro.
Como
si fueran pocos los muertos que se fueron,
como
si fueran muchos los vivos que quedaron.
Javier Egea
Poesía completa (Vol. II) Obra dispersa e inédita
Bartleby Editores
Pino y Marian me enseñan ediciones de poesía cuando me llama
Carmen. Quedamos en Sol. Las gitanas vocean su anhelada mercancía. Hay una
estatua humana. Mientras espero, pienso cómo lo hará para permanecer inmóvil
durante tanto tiempo. Le doy un par de vueltas a la plaza. La estatua sigue
igual, ni siquiera se mueve cuando recibe monedas. Su único movimiento
perceptible es un plateado parpadeo. Las gitanas igual, vendiendo el gordo. Hay
más gente esperando en la entrada del metro. No espero más, me voy. Por fin me llama.
Encontramos un sitio en un local donde ya no les queda ese pastel de
verdura y le digo a la camarera que yo había entrado precisamente por eso. Me dice
que si quiero que me diga un secreto la verdad es que no está muy bueno. Llevaba
ni me acuerdo cuántos años sin ver a Carmen. Nos despedimos y me queda el tiempo
solo para una ducha rápida, hemos quedado una hora antes para prepararlo todo. Me
ducho. Hago una pequeña relajación. Llego un cuarto de hora tarde pero soy el primero. Pino me dice que Joan y Hasier han estado antes. Mi primera
impresión es que han llenado la sala con demasiadas sillas. Me pongo a mirar
libros. Llega Sara Herrera Peralta, con su familia, y aprovechamos para
intercambiar firmas y libros. Me ha traído Sin cobertura y Shock desde
París. Me encanta. Llega Joan de la Vega con Mercedes y un rato después entra
Juan Carlos Mestre. Su cálida energía se nota inmediatamente, al oído y
al tacto. Impresiona. Da buen rollo. Hablo con él brevemente. Joan está nervioso,
esperando a que llegue todo el mundo. Pero todo el mundo va llegando: Hasier
Larretxea y nuestros presentadores, Ana
Gorría y Alberto García-Teresa. También Álvaro Espejo, María González y
Ana Castro. Entre tanto, me ha dado tiempo a descubrir otra joya editada
también en Bartleby: Libro de jaikus, de Jack Kerouac. Es una edición bilingüe:
no soy especialmente un buen lector de inglés, pero estos versitos se deslizan en
mi mente como copos de nieve. Es fantástico. Les digo a Pino y Marian que su
librería es un peligro y que me lo guarden. Me contestan riendo que ya no me
dejan comprar más. Se acerca un chaval que no consigo identificar y me dice ¿Tú
eres Jorge, verdad? Te he reconocido por las fotos, estaba mirando los libros
del escaparate y te he visto dentro. Es Salvador Galán-Moreu, uno de los poetas
que antologué en La vida por delante. Decide quedarse.
Cuando por fin nos sentamos tras las
botellitas de agua el patio de butacas está prácticamente completo. Me acabo de dar cuenta de que no hay micro. No
hay micro, le digo a Ana. Ella mueve la cabeza. Primero, Alberto García-Teresa,
de pie, hace una introducción del acto y de La Garúa. Luego habla Ana Gorría,
barajando los tres libros en sus manos. Comienza a leer Joan sus haikus, uno detrás de
otro: el efecto es el de una catarata de flashes y juegos conceptistas. Me gustan y pienso que quiero leerlos más despacio. Luego llega mi turno. Introduzco los poemas, me
esfuerzo en declamar, en que mi voz alcance hasta las últimas sillas. Durante
esos momentos, el poema se me hace partitura. Veo a Mestre aplaudir y decir que
sí con la cabeza y tengo que hacer un esfuerzo para seguir como si tal cosa. Miro
al fondo del pasillo y procuro no pensar en nada más que en los versos. Luego
recita Sara. Su turno es especial y todos lo sabemos. Aquí está su familia y
sus circunstancias recientes. Empieza bien pero pronto su voz se atraganta y
contiene, contiene la emoción y todos la sentimos. Habla con sus abuelos. Tengo
que echarme un vaso de agua. Durante unos minutos, toda la sala guarda la
respiración. La voz de Sara es un hilo que no se va a romper. Luego leemos cada
uno un poema más y se acabó. Vienen las felicitaciones y las firmas, las
despedidas y las presentaciones. Se acerca primero Mestre. Le han gustado tanto los poemas que no sé qué decir. También ha venido Rafael José-Díaz,
muy agradable: hablamos de todo un poco. Mercedes me dice que es muy difícil
sacarme una foto con los ojos abiertos. Luego salimos a la puerta, entramos,
pago el libro de Kerouac, nos hacemos la típica foto de grupo, y se forma un
corrillo en torno a la lectura de tesis de Alberto
García-Teresa, que será muy pronto y trata sobre poesía contemporánea. Luego nos vamos a un bar, donde paso un buen rato hablando con
Silvia Terrón. Sara debe marchar con su familia y nos despedimos. Vamos quedando
menos y buscamos un restaurante. Ana me habla de Eduardo Scala. Después de
mucho deambular y esperar mesa, pedimos ensaladilla rusa, croquetas, calamares
y pulpo. Joan y Mercedes han dormido poco, como Ana, que acaba de volver de otro encuentro en Galicia, y como yo. Hablamos mucho de
todo. Pasan horas. Cuando llego al hostal ya son las tres. He traído mi saco de montaña.
Miro el correo, el Facebook. Por la ventana me llegan los acordes de este sábado noche de Madrid. Me duermo.