He llegado a Lomé.
Sema me lleva en su moto
y me enseña la ciudad
sin detenerse.
El campus universitario
es lo más parecido a un campo.
Le digo que se pare
y me aproximo al ser majestuoso
para que me haga fotos
con mi móvil.
Y aquí
bajo su sombra
estoy
en señal de victoria
con una mano de agradecimiento
sobre su sabiduría,
a la sombra del baobab.