blog de Jorge Díaz Martínez

martes, 11 de octubre de 2011

Hacerse el muerto, de Andrés Neuman







Andrés Neuman, Hacerse el muerto, Páginas de espuma, 2011.






Vengo de la presentación de Hacerse el muerto, de Andrés Neuman. Como crónica diré que aquello estaba a rebosar. Era de agradecer, sin embargo, el ambiente calmado y elegante de la intelectualidad burguesa granadina, reunida allí de pleno, sabedora del privilegio que la ocasión suponía. Diría incluso que la concurrencia quiso tener el buen gusto de la justa medida aristotélica: ni sobraron asientos ni nadie quedó en pie. Sólo un ligero apelotonamiento al abrirse las puertas de la sala devolvió a los presentes su dimensión de masa. Fue cosa de un momento. Habríamos más de cien y lo más bohemio que vi fueron los rizos grisáceos de Miguel Ángel Arcas llegando un pelín tarde al palco. Bueno, voy a ir abreviando que al final con los nombres propios me enrollo. Yo lo pasé muy bien: entre las presentadoras, el autor y el cortometraje casi no nos dejaron relatos que leer. Y aún así, o mejor dicho, precisamente por eso, a la salida desembolsé mis quince euros a cambio de llevarme el libro a casa. Como Kant demostró que en cuestiones de gusto son inútiles los juicios, no voy ahora a intentar demostraros el mío, sólo presumiré de que de cuando en cuando me creo capaz de separar la parafernalia circense del objeto. No hay demostración mejor que dejar a la literatura... que dejar que la literatura se demuestre a sí misma. Pues de eso fue la noche. Hay anzuelos que se muerden con gusto.